Nueve círculos concéntricos
rodean los muros fríos de tu corazón.
Extendí mis manos
para cerrar la esfera de tu retorno,
y luego ascendí.
¿En qué lugar plantarás la semilla de la verdad?
La tierra es fértil para el dolor…
Colócame en el limbo de tu olvido,
y apaga, de una vez, la lámpara
de nuestra salvación.
Dante, no anochece si escondo mi mirada;
la noche es un jardín interminable
que se ahoga en mi corazón.
¿Gloria o agonía?
¿Cielo o infierno?
Abres las persianas de inmóviles cantos
y continúas tu marcha
junto a la luna y su soledad.
¡Oh, mi lámpara recitando versos,
que, como brazos, yo sé, te alcanzarán!
¿Dante, y si la ascensión fue un espejismo?
Puede ser que hayas estado bajando
hacia la medianoche del tiempo.
Tu espalda habrá comprendido primero que tus ojos.
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