La superficie de mi
piel en profunda quietud,
Gota a gota el tiempo
se va desvelando en mi exterior,
entra en mí el paso
de los años…
Lento enciendo la luz
de la jornada,
Doy el primer paso ¿A
dónde voy?
Tal vez el único fin
de todo sea un borroso
Y luminoso infinito.
Oh quietud, acaricias
los brotes tempranos
con paciencia en tu
lánguida esfera
preparas las flores
que vendrán.
En mi centro hay una
brote que bosteza,
no hay prisa para mi
laberinto de mármol y sal.
Ya no huele a
tempestad,
ahuyentando el
espacio el alma se acomoda lentamente
en su vestidura de
carne.
Sigo la huella de mis propios pasos
ellos desembocan en
un mar verde, calmo
Que acuna en sus
entrañas un extraño reloj de sal.