domingo, 3 de junio de 2012



Isolda, en vano suspiras en la noche, en vano gritas mi nombre cuando ya no oigo, cuando un sudor de sangre me cubre las orejas, cuando el cielo se vacía en mi retina. Todo hombre es un cobarde. No creas en los excepcionales que te pinta el sueño caído de otros astros menos palpables. El místico es el hombre del pavor, es el hombre que no quiere estar solo, es el que quiere ser dos por miedo a la soledad.

¡Ah, si tú supieras!

Qué no daría yo por hacerles callar con su voz azulada y romperles las formas y los colores del sentimiento eterno o pasajero, siempre dulce, demasiado dulce para el paladar de un náufrago infinito.
(Vicente Huidobro, Temblor de Cielo)

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