Juraste recomponer la oscuridad
con las cenizas de aquellas algas
que brotaron de tu soledad,
sin embargo, la luz quemó tus antiguas
ensoñaciones fantasmagóricas
y todas tus sombras se ahogaron en la inmensidad.
Te escondes bajo la máscara de los peces,
apretando en el borde de tu piel la sensibilidad.
Tus raíces líquidas suavemente me rozan,
y se extienden como brazos
en busca de distantes y
seductoras marionetas de mar.
Arena en las arenas del tiempo
que de tus pestañas se escapa,
¿En qué mar la cruz de tus desgracias ha de naufragar?
Tus colmillos se incrustan en la superficie de las olas,
en un infinito roer de la espera en espiral;
Líquida criatura, fabricas falsas tinieblas
en tu laboratorio mental,
acaso los peces descansen de tus palabras
cuidadosamente ideadas para morder y arrebatar.
Los residuos de tus sueños como olas van y vienen,
en un vaivén decorado por inolvidables gaviotas de encaje y sal;
Pero tú sabes que el mar sólo devuelve cruces y estacas de arena,
y nunca aquella luz de nácar,
esa luz que tus manos frías nunca más podrán recapturar.
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