Que
ondulante el mar en su cuna milenaria,
Y que
petulantes se ven las gaviotas dando la espalda
Al
desierto vacío.
Nadie
respondía,
las
primeras en desertar fueron las caracolas marinas,
Inmaculadas
y mudas no darán respuesta.
Inquieta
y con el traje desdoblado de la tempestad
Interpelo
al horizonte, que como un abanico me devuelve al viento
Ese
animalito alado e invertebrado que revuelve el espíritu de las hojas secas.
Océano
sin padre ni madre,
Quita
tu máscara de infinito,
Los
peces conocen tu fondo,
¡escupe
de una vez por todas tu misterio!
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