El día
atrapado en la mitad del día,
Es la hora en
que te percibes entre el mar y el desierto,
Como si las
únicas alternativas posibles de tu existencia fueran retroceder o avanzar.
La luz
ardiente penetra por todos los poros de esta superficie envejecida
Y la eternidad
se vuelve lenta, espesa como jarabe,
Piensas que es
imposible, tal vez inconcebible creer que la noche ha de retornar,
Comienzas a
ahogarte con tanta pasión del aire.
Tu humanidad
se aclara
y observas a los habitantes del dorado desierto de tus sueños:
Hombres,
mujeres, niños, animales brillantes como espejos, insectos que te alarman.
Mis manos se
vuelven de un color naranja rabioso
Las miro con
extrañeza,
¿En qué
instante el día se liberará de la pasión y comenzarán a declinar las horas?
el tiempo no es más que agua derramada,
Mediodía en el
desierto: el triunfo valeroso del sol,
¿A quién le
has ganado amado astro brillante?
¿A la luna, a
los hombres, a Dios?
Sin embargo el
sol sabe y por eso declina:
Sabe que el
tiempo es el único vencedor en estas tierras doradas.
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