El cielo se recostó sobre la mentira,
puso
sus celestinas manos en la torre más alta.
Inmóvil,
entreabriendo el silencio
el
devenir esmalta las cabezas somnolientas.
El
cielo cerró los ojos y la tarde recordó aquel pájaro furtivo,
El
cielo cerró los ojos y yo abrí los míos,
luego
fui a despertar a la montaña y
le
dije: “escupe la altura desde la más profundo, has de tu base una cima
deletreada
con la que el cielo pueda escribir sus versos lejanos”
Yo
quería lucir espigada en aquella plataforma blanca.
El
cielo todavía es un niño pequeño,
busca
la madre ausente en la espesura de los bosques,
cierra
los ojos y se inventa una eternidad de juegos deslumbrantes
y torpes.
Cuando
llegue la oscuridad el cielo recordará su primer nacimiento.
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