Que
feroz la orden del devenir,
nos
queda la libertad, quizás
de
dar saltitos cortos,
cubrirnos
de corteza y simular la quietud,
para
que nuestra sombra se aburra de nosotros.
En
un mundo falsamente interpretado
el
devenir es demasiado tajante,
es
una voz líquida y madura arrancada del espejo
Que
vaciándose en nuestro oído izquierdo
murmura:
La corriente eterna de los ríos soñados
No llegará al mar,
Nunca llegará
al mar
No hay comentarios:
Publicar un comentario