He cubierto mi aura con un velo blanco:
me he deslizado siempre desde el borde,
apenas rozando los objetos.
apenas rozando los objetos.
Me he adornado con una caparazón de oro y plata,
bien alto siempre y dispuesto el farol de palabras.
Sumergida en un mar verde,
a veces vasto, a veces diminuto,
he contemplado estática la cosecha lejana.
Las moscas y los girasoles
se han irritado,
me reprenden,
y la vida que a estas alturas es una flecha nacarada,
me señala el universo en expansión.
¿Podrás seguir escondiendo tus alas del mundo?
Las golondrinas chocan con el vidrio de tu ventana
Y tu velo medita profundamente sobre su utilidad.
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