Vigilas el mar,
para que el infinito
no se escape de tu pecho;
para que los segundos
se acomoden en tu celda
de estrellas de sal.
Regresarás,
volverás al tiempo
en el que los relojes caían de los árboles,
a la época en que tu espalda
improvisaba un silencio para abrazar.
En tus recuerdos, las olas se adelgazan y alargan,
golpean la eternidad del cielo que no logras atrapar.
¿Fue la espalda del pasado
la que te obligó a desertar?
¿Regresas a la profundidad del mar?
El que retorna,
¿vuelve sobre sus pasos,
o avanza hacia un precipicio arrinconado
por la soledad?
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