Despego mis velos internos
y danzo;
el dum dum despierta a la luna dormida.
Mis pies interrogan el centro de la tierra:
¿Qué es el uno mismo en el desierto?
¡Baila, antigua lámpara de otoño!
Interroga con tus pies
la fuente dorada de todos los enigmas.
El ojo del cielo
no merma la intención.
Dum dum tak…
¿Quién, como una oruga,
observa dormido este baile de pájaro?
Caen uno a uno los velos…
Mis pies se proyectan en la luna,
que en su interior acuna cinco peces.
La vieja Salomé baja en busca
de su tambor de plata;
¡qué siglos de lunas derrama sus tristezas!
Espléndido desierto:
¿Cómo es que me he quedado sin mis velos?
¿Adónde he de ocultar mi corazón rendido?
Despojada de sus texturas,
¿podré retornar a mi interior?
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