Sentada en el fondo de un onírico silencio,
acaricio tu cabello de
infancia.
La luz es un velo que
oculta la oscuridad de tu memoria.
Sonríes a la muralla
blanca,
estampas tu sinfónico
alegato en su superficie clara,
desde el otro lado mi mano te indica que el universo sangra.
Mi vestido abstracto,
construido pacientemente en tus sueños
es un paraguas
ofrendado a tu camisa delirante.
En el borde de un sueño,
el mar se espeja en la antesala
de la nada.
Y tus dedos fríos,
de viaje por una noche blanca,
Buscándome,
Se alargan.
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