Rafal Olbinski
La helada cayó sobre el esqueleto oculto de las
palabras,
el insomnio de las lámparas no consiguió
entibiar el diptongo
de aquellas sílabas lejanas.
Sueño con un tren vertical y adolorido
Que a la hora de los pájaros hace una cruz con
el horizonte.
La chica japonesa con su vestido de madera tapó
el sol
con su dedo mascullado,
yo la vi saltando la muralla de tu sueño
dominical.
En la pared opuesta escribí un verso amarillo
tarde o temprano veréis como sus letras
se olvidan de su diáfano contenido
¡Vacías se encenderán en unas manos
temblorosas!
Baja el tiempo por su escalera eléctrica,
a espaldas de su mecanismo he estado
contemplando
como suben
como bajan
las sombras distraídas de todas estas almas.
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