Amantes en rosa, Marc Chagall
Allí donde el vacío renegó del silencio
él dibujó un espacio desolado e invertido,
las flores sangraban mendigantes
brotando inmóviles
desde sus manos.
No hubo piano que volviera líquido su develo:
El trazó primero una línea preciosa
luego con un gesto negligente y superfluo la borró,
lo hizo con los ojos cerrados
justo cuando la noche se pone los zapatos y se separa del amanecer.
Si se tratara sólo de simular,
de recrear un diluvio,
o la boca de un cuerpo amado,
sería fácil, claro y limpio como una cortina blanca;
pero no, no es así,
se trata de encontrar el recuerdo del cielo en esa marea suplicante,
Aprisionar la visión del primer ojo
aquel que nunca se contempló frente a un espejo.
Él se representa a si mismo
Y recorre todos aquellos mundos como una nube disfrazada de relámpago.
La calle de los sueños tiene una salida al mar,
él pintó la puerta que le conduciría a esa falsa inmensidad,
conoció el límite y retrocedió escondiendo el cielo,
aquella otra falsa eternidad.
Yo podría encender mis velas para ocultarle
su luz es un velo hermoso,
a veces las apago,
a veces las enciendo.
El arte moverá sus alas sobre nuestra infancia
Como mariposas sonámbulas
en busca de aquella única eternidad.
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