miércoles, 14 de noviembre de 2012

La primavera



La primavera sólo sabe ser soñada,
ama llamarse esperanza,
morir largamente en las ráfagas del pálido agosto
con la certeza burlona de su próxima resurrección.
Cuando el frío vendaba sus ojos en julio
ella escupía las cenizas de los capullos en la lluvia
para soñar con sus silenciosas flores,
que como anhelado puerto alegraban el gris horizonte.
Y  ahora explícame infatigable hada del milagro:
si el tiempo es todo tuyo
¿porque te escondes en las amarillas sandalias del verano?
Los pétalos destellan como la lluvia
 cubriéndonos de renovadas esperanzas,
Pero todos sabemos que las promesas sólo saben ser promesas
bajo las largas y mancilladas uñas del tiempo.


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