La superficie de mi
piel, en profunda quietud,
gota a gota el tiempo
se va desvelando en mi exterior,
entran en mí los
años…
Lentamente enciendo la luz
de la jornada,
doy el primer paso,
¿Adonde irá a parar el silencio nocturno?
Sin emoción secreta la luz consuela y miente.
Oh quietud, acaricias
los brotes tempranos,
con paciencia en tu
lánguida esfera
preparas las flores
que vendrán;
de mi centro surge
una brote que bosteza,
no hay prisa para mi
laberinto de mármol y sal.
Ya no huele a
tempestad,
ahuyentando el
espacio,
el alma se acomoda lentamente en su vestidura de
carne.
Sigo la huella de mis
pasos
ellos desembocan en
un mar verde, calmo
que acuna en sus
entrañas un extraño reloj de sal.
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