Primero fue como un llamado
que vino del mar;
ola tras ola
se fue escribiendo la verdad.
Caminaste por la línea
que separa la espesura del desierto,
y decidiste despertar…
Escribiste mi sentencia
con la navaja fría de la culpa:
¿Quién eras entonces?
¿Quién serás?
¿Fui tu Perséfone o la máscara de tu soledad?
Volví al punto de partida,
quemé el cristal de mi falda
y a desertar…
Un coro lejano te advierte
que la escena final es una noche de lluvia;
alguien se aleja silbando una melodía
que has de olvidar.
Recoge tus fragmentos:
sobre la superficie de un espejo
vas a despertar…
Días circulares vendrán;
un fantasma tomará el lugar
de la carne que amaste.
El tiempo cerrará su abanico
para que la luz pueda retornar.
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