Cleopatra vació las galerías del
desierto
para gobernar.
«¡Silencio!», le dijo a la luna,
«Es sabido que las piedras que duermen
bajo el espejo de mi desierto
caerán en la profundidad del mar».
Ella escribió sus tratados de medicina
sobre una antigua superficie de sal:
«Las cadenas montañosas del amor
son inalcanzables; sin embargo, en su interior
se esconden los labios que te han de curar».
«El tiempo da y el tiempo quita,
no hay trono ni reina que no conozca
esta verdad».
Cleopatra cerró sus ojos para apagar
las luces de su hermosa soledad:
«¿Qué es aquello que retorna pájaros míos,
desierto inmenso de mi soledad?,
toda la nieve me está buscando;
sé que su claridad me encontrará…
La pureza poblará la arena,
y mi reloj se invertirá;
y mi reloj se invertirá;
el aliento del desierto saldrá expulsado:
El misterio del vacío se revelará».
El misterio del vacío se revelará».
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