lunes, 29 de abril de 2013

Ícaro y Dédalo



Ícaro se elevo torpe, oscuro e impenitente;
desplegó sus pobres alas
construídas con la cera del olvido.
Quién me siga-susurraba el sol
Quién me siga será dueño de la galería
pletórica de mi sueño astral.

Oh Ícaro, es mejor que no escuches al sol
con su retórica de estrella lejana y ausente.
 Me enciendo, me apago,
 Como la lámpara arbitraria de un perezoso gigante
¡Ven, asómate a mi precipicio astral!

Dédalo construyó las alas enceradas de un silencio,
Soñaba con tirar su semilla al viento
y verla sobre el sol germinar,
¿verá acaso su árbol envejecer a través
de una sucia ventana?

Ícaro dio un salto y cerró los ojos
Entonces recordó una pequeña luz agonizando en el mar,
percibió brutalmente su pequeñez,
¡qué opaca le pareció su piel!
Soy una hoja de otoño tiritando de frío-balbuceó
Una hoja agonizante a punto de caer.


                                               

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