Deseo un balcón para apoyar mis sueños,
una delicada baranda en la cual deslizar
mi intimidad cerrada.
Deseo un balcón, tanto como deseo
el mar y el bosque.
Sentarme con las manos pálidas
y palpar la proximidad del ocaso.
Ahí quiero estar, en mi balcón,
esperando que el mundo nazca
con las torpes luces de las casas;
Con la presunción indecorosa de quién
calla
y observa todo
y
también nada.
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