Dile al tiempo que no enrede tanto su madeja,
Que en las noches gire hacia la izquierda,
Que caiga como lluvia en la tierra de los
sueños.
Dile que presiento su muerte en
la arena,
Que el infinito es mucho más que un par
de estrellas muertas,
Dile que las rosas le han domesticado con
fragilidad y osadía,
dile también que el cielo no envejecerá
nunca.
Dile al tiempo que susurre a mi oído su
extraña melodía,
aquella que escucharon los grandes músicos en
la penumbra,
A la hora en que las puertas se cierran
Y la mirada se aleja de la silla vacía.
Obliga al tiempo a cantar como un pájaro
enemigo,
Dile que su canción es de entre todas la
más bella,
porque es severa.
Cuida bien tus palabras, pero dile esto
al tiempo,
Díselo de mi parte.
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