Yo
fui sólo la llave del jardín,
jamás
fui el sendero ni la fuente.
Yo
fui el dedo que encendió el misterio,
jamás
fui la ciudad con sus manos de cera.
Siempre
fui la imagen que como bujía se encendía.
Mi
alma navegante es lenta en arribar,
diríase
que mi presencia se ahoga en la clepsidra
para
que otros a medianoche, me puedan soñar.
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