El jardín se olvidó de aquella paloma que durmió
sobre el cojín de sus lirios.
El jardín no sabe de recuerdos,
las semillas sólo saben germinar y crecer.
Tanto olvido entre la maleza y las flores,
sólo es dormir aquí, nunca es despertar.
El jardín es la infancia podada,
acechada por la hiedra.
De su centro emerge nuestro propio árbol de ciruelo,
florecido y sin memoria,
imagen difusa que se desangra verde
entre flores fantasmas.
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