Era
el otoño en el parque de los ciegos,
eran
las hojas llorando la muerte del sol.
¡Cómo
amaba la montaña durmiéndose en la lejanía!
¡Cómo
desee que ella también deshojara su cumbre!
yo
quise pisar la hojarasca de su cima…
Será
porque siempre se trata del otoño,
de
caer,
¡Caer
en las calles luminosas!
Y no
ser lluvia señor,
no,
sino
hoja madura que temblando en la rama cae,
cae
encendida como estrella errante,
hoja-astro
que se despoja del cielo-árbol
para
desde el polvo volver a nacer.
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