¿Dónde está la
sangre luminosas de aquellos que murieron descalzos y con el pecho roto?
Sus voces
silenciadas aún sueñan con el desierto redentor;
Yo miro esta
inmensidad dorada desde siempre,
Acomodando en
perfecta armonía sol, dunas y la sombra del único árbol que me adorna,
¿Con qué habré
de amplificar el canto de las dunas?
Grano a grano,
polvo a polvo,
Encuentro de lo indivisible:
El canto
mágico de las dunas;
Con humilde
paciencia me siento a escuchar,
Y espero que
se produzca el encuentro entre el grano que descansa en mi pelo
Y el que
acaricia tu frente,
Sencilla y
dulce melodía,
Miel dorada
para tanto maleficio en estos días de turbulencia.
En el borde
del desierto: el bosque,
En el borde
del bosque: el cielo;
Está canción
de arena busca ascender
Y dibujar una
cruz en el silencio,
Acaso sea el
fin de los tiempos
Y hemos de
cambiar monedas gastadas por granos de oro,
El mundo está
triste, los bosques despoblados,
Las ciudades
en llamas,
las abejas han huido al desierto, no hay miel en ninguna mesa,
las abejas han huido al desierto, no hay miel en ninguna mesa,
Los vapores
descienden al subsuelo,
Y es más fácil
hundirse en la urbe que en el agua,
Sin embargo, de
la luz fría de la lámpara, surge la luz envejecida del desierto,
Vellón de oro
de la redención,
Debéis de dirigir vuestros pasos al misterio dorado:
El canto de las dunas ha de guiarles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario