¿Quién soy yo para encender la lámpara de la palabra?
Sólo intento hacer brillar la mesa, la ventana opaca, la silla vacía,
La arena que acorta la distancia,
Nada más,
no me llamen poeta,
No ha de servirme este adjetivo:
Amo las palabras porque me hacen caminar
sobre la vereda del mar
En caminos relucientes que convergen siempre en un sol originario.
Canciones mías ¡alumbren! ¡Háganse esclavas de la luz!
Pero no me hagáis poeta,
Los adjetivos que cuelgan carteles en mi cuello
Son sólo espectros para la luz que buscan mis ojos,
¡Yo quiero ser la poesía no el poeta!
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