viernes, 23 de diciembre de 2011

La lámpara se irrita con la mano que la enciende


La lámpara se irrita con la mano que la enciende,
así como la luna se irrita con el espejo que la refleja;
vas cruzando
vas cruzando el hastío,
pero sabes que no es hora de ahogarte,
las palabras no son más que piedras soñolientas
sino surgen de la sombra para alumbrar,
la mañana declina,
la tarde se olvida,
la noche nos deja a oscuras;
entonces ¿por qué no aferrarnos a las palabras que tardíamente se encienden?
¡Cómo deseo la luz en tus manos!
no te enfades por ello,
la lámpara se irrita con la mano que la enciende,
¿pero que otra cosa puede hacer ella sino alumbrar?

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