En la antesala del cuarto de los espejos el tiempo se desgrana
Se torna arena en su deseo de desintegración, de volver a la nada.
El hombre lo aprehende, ingenuamente lo retiene,
Bajo su mirada finita el tiempo es la ciega bailarina
Que rueda en la cajita misteriosa;
Pero se engaña,
El tiempo es una muchacha vestida de rojo,
descarriada,
extraña criatura que danza en el cosmos con luces en los ojos y en los pies;
nosotros le seguimos el ritmo durante un par de extensas notas,
Hasta que nos apagamos,
Y otra vez la muchacha
Y otra pieza musical.
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