jueves, 15 de marzo de 2012



Cuando lloramos sólo somos conmovedores,
Donde posamos los ojos estamos a lo sumo despiertos.
Nuestra sonrisa es apenas seductora,
Y si seduce, ¿quién la sigue?

Quien sea. Ángel, ¿me lamentó?, ¿me lamentó?
Pero, ¿cómo sería entonces mi lamento?
Ah, grito, golpeo dos baquetas, una contra la otra,
Y no pienso que me oiga nadie.

No por hacer yo más ruido sonará más en ti
Si no me sientes porque soy.
¡Alumbra! ¡Alumbra! Haz que de mi se percaten
las estrellas. Pues me desvanezco. 
(Rainer María Rilke)

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