martes, 19 de noviembre de 2013

No es mi herida la que sangra

La mesa herida, Frida Kahlo


No es mi herida la que sangra,
Sólo retengo la huída del ocaso entre mis dedos,
Es sólo eso, nada de temer.
No debéis conmoveros,
Las lágrimas a destiempo siempre son espectros,
Es mejor contemplar la huída del verano
Y refugiarse en un barco que escupe una orilla

que no es una orilla, sino un paracaídas acuático.
No es mi herida la que sangra, 
No,
Sólo es una lámpara que se apaga;
Un horizonte detrás de mi espalda,
Algo de tristeza apacible bajo la manta,
Cómo el atardecer en las oscuras moléculas del recuerdo,
Como las despedidas entre los amigos 
cuando son sólo las manos las que intuyen que será la muerte
 la que los ha de volver a reunir.
Siempre es mejor congelar la herida,
Estamparla en el ala rota de un areoplano,
Sin murmurar lamentos,
en un blanco silencio
del mismo modo que ordenamos las últimas brazas en la memoria gastada.
Nada más fuera de lugar que una desdicha a destiempo,
Como el destello de una estrella muerta hace ya cientos de años

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