Tristán, ¿escuchas el canto lírico del ruiseñor?
Su tonada triste es una lanza envenenada en tu corazón.
Tristán, triste huracán,
esta herida es un monarca
cuyas tierras jamás has de abarcar.
¿Acaso fue el tiempo quien arrojó
nuestros recuerdos al acantilado, hacia el mar?
Este cielo oscuro está amurallando mi corazón,
y nubes negras me asedian...
Tristán, te ofrecí la copa de mi amor,
¡Y tú se la ofreciste a esos pájaros negros!
El viento dibuja mi vestido roto
en las cenizas del tiempo.
Soy Isolda la bella
Ella la de manos blancas.
Ya no existo.
Soy las ruinas de mi propio desierto
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