A veces olvidas que tienes un alma,
ríes,
comes,
compras objetos,
estiras el cuerpo al despertar.
Hasta que un día recuerdas que tienes alma
y que algo de ti retrocede al despertar.
Tus manos invisibles se alargan,
deseando la luz de las estrellas alcanzar;
tus ojos se cubren con un velo,
y alguien en lo más profundo del silencio,
te pregunta: ¿Vendrás?
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