Recuerdo el sol,
como una moneda de oro
derramando su esplendor sobre mi corazón.
Recuerdo las olas del mar
y el presentimiento de lo infinito
en la antesala más oscura de la soledad.
Recuerdo tu figura alargada
y aún más larga la tristeza de tu soledad;
tu mano oscurecida por la noche,
queriendo las estrellas atrapar.
Recuerdo el presente que se nos escapaba
hacia un futuro que nace y muere
más allá de nuestra presencia en el mar.
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