miércoles, 17 de septiembre de 2025

La Templanza

 


Ahora estoy inclinando mi balanza
sobre un rumor,
que tiene la dulzura triste y salobre
de un ángel parido por el mar.

Mañana equilibraré la pureza de la nieve
con la calidez del mar;
como trapecista circense,
entre la línea que separa la luz de la tiniebla,
me voy a equilibrar.

Ya no estoy temiendo tropezar,
pues mi canto luminoso
es un espejo
en el cual dos ríos desembocarán.

El agua de mis sueños
nutre la profundidad de tus raíces
y tiñe de azul la brizna reluciente.
El tiempo extiende su sábana de agua
para que el ángel despierte.


martes, 16 de septiembre de 2025

La muerte

 


Cerró los ojos y apagó el reloj.
Su sombra se miró en el espejo,
y ante el dolor que brotó de sus manos
soltó el control.

Transformación profunda,
y un renacimiento
trajo consigo la muerte del sol.

Se rindió,
y el principio de Ana Karenina recordó:

"Todas las familias felices se parecen,
pero cada familia infeliz lo es a su manera."

La fatalidad y su extraña exclusividad,
creciendo bajo el árbol negruzco de la soledad,
a todos, con sus largas raíces, tocará.
Con alas grandes o pequeñas: te ha de alcanzar.

Te toca, te circunda
la abeja blanca de la Karenina.
—¡Menuda verdad!, dirás—.

Sin embargo, la muerte, despojada
de sus velos, te preguntará:
¿De qué sueño quieres despertar?

¡Humanidad, somos una familia
de fatalidades diferentes,
iguales en la felicidad!

Como oveja que, en los ojos del lobo,
comprende que ha de despojarse de su piel
para del rebaño poderse liberar.


La estrella

 


Agua de diamantes, tu luz
en el borde de un espacio
donde se bifurcan todos los senderos.

Blanca estrella lejana:
quisieras dejar en el borde del río tu esplendor,
deshojar el tiempo, y que de la alondra
que habita en tu pelo
brote una estrella,
como si fuera una delicada flor.

Todas tus calles interiores se encienden,
a la espera de que la primavera
encienda su motor.

Un pie en la tierra, la mirada en el cielo,
y el pecho húmedo de un líquido esplendor.
Las sombras ya maduras caen de los árboles
para darle más espacio a la luz.
Y de un silencio que, de madrugada, te llama,
florece una estrella que te abraza con todo su fulgor.


lunes, 15 de septiembre de 2025

La Justicia

 


La justicia es una dama blanca,
con las manos frías sostiene su balanza;
tiene un pie en la tierra
y otro en el agua.
Un brazo con plumas
y otro con escamas.

Mitad despierta,
en medio de la vigilia más atroz,
cierra los ojos para balancear
nuestras espaldas.

Una mano en lo que ocurre y pasa;
otra en el alfil que dará la victoria con su espada.
Un costado apoyado en los sueños de la luna,
y el otro, en un sol modelado sin nostalgia.

A mitad del camino fluyen
unos pasos que se alejan;
una parte de mí se queda
a la espera de esos pasos,
la otra parte se marcha.

 


viernes, 12 de septiembre de 2025

Los enamorados

 


¿Cuánto darás?
¿Cinco monedas
u ofrecerás el vértice 
de tu fragilidad?

Un par de abrazos,
sudor en las esquinas,
el alma trizada
y dos pasos hacia atrás.

¿Luego, te marcharás?
Este juego es para valientes;
si das la espalda,
la daga tu espalda rozará…

Vamos, lanza la moneda;
muestra tus cartas:
¿apostarás el alma
o tu soledad?

La rueda de la fortuna

 


¿En qué sentido giran tus intempestivos
pensamientos matinales?
¿Son las manecillas del reloj
las que tus sueños hacen rotar?

Tu espíritu está girando;
hoy estás bajo la rueda,
¡mañana te han de coronar!

Gira la vida montada
en su rueda viva.
La soledad propicia que las horas
se puedan elevar.

El camino es un círculo,
en el que una y otra vez
vuelves a empezar.

Acaso tu mirada tropiece
con una mano invisible
que, con un impulso,
el motor de tu vida hará avanzar…

¡No olvides que cuando
el descenso te traiga la nieve,
un movimiento invisible a la victoria
te hará retornar!

Cierra los ojos, suelta el remo;
el tiempo, disfrazado de sucesión,
te moverá:
hoy eres un paje, mañana un rey;
la fortuna está en dejarte arrastrar,
sin desear la gloria y nada esperar.

 




jueves, 11 de septiembre de 2025

La Luna


 

Despego mis velos internos
y danzo;
el dum dum despierta a la luna dormida.
Mis pies interrogan el centro de la tierra:
¿Qué es el uno mismo en el desierto?

¡Baila, antigua lámpara de otoño!
Interroga con tus pies
la fuente dorada de todos los enigmas.

El ojo del cielo
no merma la intención.
Dum dum tak…
¿Quién, como una oruga,
observa dormido este baile de pájaro?

Caen uno a uno los velos…
Mis pies se proyectan en la luna,
que en su interior acuna cinco peces.

La vieja Salomé baja en busca
de su tambor de plata;
¡qué siglos de lunas derrama sus tristezas!

Espléndido desierto:
¿Cómo es que me he quedado sin mis velos?
¿Adónde he de ocultar mi corazón rendido?
Despojada de sus texturas,
¿podré retornar a mi interior?