A medianoche cerré los ojos;
los abrí en un espacio luminoso
cerca del mar.
El ojo no engaña,
los abrí en un espacio luminoso
cerca del mar.
El ojo no engaña,
pero a los fantasmas
de la noche le gusta jugar a simular.
Las olas azules,
como espejos,
reflejaron nuestros nombres.
Escuchamos a un par de gaviotas cantar.
Despertamos dentro del sueño,
y dentro del sueño te volví a besar.
Estabas triste.
El canto de los peces te hacía llorar.
¿Quién pronunció el conjuro
que nos hizo retornar a este lugar?
Querríamos correr, arrancar,
para no recordar…
¿Qué dios o duende perverso modula
este sueño en el que nos volvemos a amar?
Al despertar, el mundo será otra cosa:
las gaviotas desertarán de su escenario vacío.
El invierno tomará el lugar del mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario