Palabras blancas como la nieve
caen lentamente sobre mi corazón;
ellas no son mías,
se pronuncian independientes
en mi eternidad personal.
Si te ignoro —o no te sé—, aprendo
a olvidar.
Si te conozco, sé que aprender es recordar,
como la rosa blanca
que ignora la fuente del jardín —¡la olvidó! —,
pero más tarde recordará el brote
que asomará en su tallo primaveral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario