Rozas la distancia
con el borde de tu cola de plata.
Arrastras con ella
todos esos sábados astrológicos,
metamorfoseados con tus escamas de nácar.
El espejo del otoño
te devuelve un ojo
para fabricar miradas largas.
Melusina, eres un hada
que combina perfectamente
luz y agua,
como quien combina
el amor con una encrucijada.
Abandonaste tu mundo feérico
para seguir a Raimodín.
Sin embargo, él rompió el tabú
con su espada;
te obligó a desertar.
Melusina, tus escamas bajo el sol
resplandecen y atrapan
lo que no ha de retornar.
Raimodín apagó tu corazón
con su mirada.
Arrastro el mar con mi cola de plata.
Soy todas las mujeres
en mi espejo de nácar.
Siglos y siglos de esta herencia
de serpiente arrebatada.
Mi corazón en la bañera,
palpitando por libertad.
palpitando por libertad.
Junto con la luz de la mañana,
un sábado me descubrió su mirada.
Precipitó mi huida;
ahora sus ojos de ruiseñor
no me encuentran,
no entienden que mi cola
sigue la ruta del agua.
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