Ríndete,
suelta el remo,
suspende tus deseos
en el árbol del silencio,
y has de la inmovilidad
un motor.
Las aguas del tiempo
se han llevado todo;
sólo queda cerrar los ojos
y colgar de los pies el dolor.
La espera es una hermosa dama,
no sabe de pasos que aceleran;
la sucesión es apenas un adorno
en su frío corazón.
Vamos, has de tu silencio
la melodía que impulsará el cambio.
Tu cabeza hoy cuelga;
mañana, tus pies engalarán el movimiento;
pero antes deberás ser parido por un árbol
y hacer de la pausa tu redención.
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