El águila se alimenta de tus sueños, Prometeo,
te despoja de la corriente de la eternidad.
Encadenado a un alma, no a una roca,
escupes los fragmentos de una falsa libertad.
Los dioses tejen su venganza
bajo los párpados de la primavera,
para recordarnos que el sol es lo único que ha de retornar.
Prometeo, el viento se lleva tus artilugios
y los deshoja en el patio trasero de la humanidad;
el humo de todas las chimeneas te busca
y oscurece nuestras almas para que te podamos mirar.
Prometeo, el cielo nos ha quitado la memoria del primer fuego;
¡los ruiseñores se han roto las alas para recordar!
Prometeo, quítale a Zeus la imagen de aquella primera llama;
roba ese primer fuego,
roba ese primer fuego,
para que como manantial brote el asombro
¡Y de este letargo podamos despertar!
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