Marionetas blancas,
hilos invisibles.
Un collar de muñecos
luminosos,
y extremadamente sensibles
al dolor…
Mueve el tiempo
con tus dedos,
y propicia el movimiento
como si fueras dios.
Mueve los hilos:
el destino no es una fuerza,
es un hilo inmóvil,
estático,
que nace del sol.
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