René Magritte
De pronto las
aguas del océano detienen el suspenso
enardecidas
por una fuerza extraña,
extienden sus brazos blancos de espuma,
su único
destino es abrazar la alta cordillera.
Estoy distante
del mar, de su orilla,
Sin embargo,
no tengo dudas, la marea esta alta,
Algo en la
espesura del silencio me lo confirma,
Por lo demás
¡Esta noche me
siento oscura en mi celda de carne!
El cielo cierra sus ojos frente al mar y
Allá lejos,
muy lejos, alguien concilia sueños que me llaman,
Que me hacen
señas como faros distantes,
Tan distantes
como esta marea que sube,
que baja,
que borra.
¿Acaso el mar
estaba prisionero?
¿Acaso alguien
lo ha liberado?
¿Podrá ocurrir lo mismo con nosotros, pobres habitantes de un mundo de esclavos?
¿Alguien ha de
liberarnos?
Y poder al fin
ser mar y ¡Desbordarnos! dios ¡Desbordarnos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario