El
relojero compone la maquinaria del cielo,
sus
manos invisibles ajustan el vacío que antecede
a la
recamara de tu primer silencio.
Siempre
y siempre lo mismo:
las
tuercas sueltas del tiempo poniendo en jaque
a las
vitrinas de la memoria;
el
relojero recomponiendo lo que quizás seremos
Jamás
lo que fuimos.
La
mano del devenir ajustando
la
maquinaria humedecida de nuestros recuerdos;
Y la
pieza que sobra brillando en el momento del despertar.
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