Ariadna la del
laberinto navega en las aguas,
le da cuerda a la clepsidra y escucha el rumor
de las lluvias del sur.
La noche en
que las aguas de sus sueños desbordaron
tomo su barco
brillante y partió,
se marchó,
los pájaros le
señalarían el camino,
el reloj de
arena retumbaría en sus entrañas.
Ariadna tira
de su ovillo dorado,
Con él a veces
mide la distancia;
Dos
golondrinas incendiadas
Y una corona
luminosa la acompañan
En mitad del mar
de sus sueños alguien la observa.
Conozco el arte de la navegación onírica
entre sus aguas remo lentamente,
viajo hacia una orilla que me salve del laberinto mental;
Acabo de nacer de una melodía cristalina
una voz antigua da forma a mis contornos,
Sin embargo, llevo mil años aferrada a mi ovillo,
¡Era el mejor de todos los hilos!
Con él Teseo habría de iluminar la noche redonda.
No hay minotauro que se resista a mi hebra dorada.
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