Pensar en el desierto es como deshabitarse,
uno se despoja de tantas voces e imágenes interiores
que desde nuestro centro se desbordan.
¡Arena en las arenas!
Te desgranas y estás vacía,
Quizás alguien dirá: Esta es la hora de la soledad.
Desierto, eres la llama dorada
que mi lámpara ha de encender.
Entonces, silenciosa y pequeña
la eternidad dentro de mi llorará.
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