Despertar luego de cien años de sueños,
luego de cien años de olvido.
Despertar tras la imposibilidad de seguir
habitando la inmovilidad;
con la certidumbre de las nubes
y su etérea movilidad;
despertar con la aleación maravillosa
de una luz extraña y la oscuridad.
Abrir los ojos y ser en el interior del pecho.
Estar dentro de nuestra propia ausencia,
la cáscara de lo que ya no seremos jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario