Ni acantilados ni enredaderas en la ventana de aquel hombre ciego;
la bruma no sube, tampoco baja en la oscuridad;
¿Sientes el aroma del asombro que en su frente se grabó?
Vuelve a la primera noche, al velo intacto de la oscuridad:
Haz de volver a descubrir el fuego
y de asombro palidecerás.
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